¿Sabes que existe una colina en Roma gracias al aceite español?

El Monte Testaccio, la curiosa historia de una colina romana con sello español

¿Sabías que existe en Roma una colina creada principalmente por ánforas de aceite oliva proveniente de la Bética (España)?

Quédate, que te lo contamos.

El Monte Testaccio es una colina artificial situada en Roma, Italia, cerca del río Tíber. Se cree que fue creado en el siglo I a.C. a partir de los restos de los contenedores de cerámica (conocidos como ánforas) que se utilizaron para transportar alimentos, especialmente aceite, desde las provincias romanas hasta la capital. Se estima que el 80% del aceite provenía de la provincia Bética (actual España) y el 20% restante de Tripolitania y Galia.

Las ánforas de arcilla llegaban a Ostia, el puerto de Roma, y se trasladaban hasta el centro. Una vez el contenido se vertía en grandes pozos, las ánforas se acumulaban en una explanada cerca del río Tíber, lo que formó una colina artificial de 35 metros de altura. La ubicación de esta colina era idónea para distribuir el aceite, tanto a otros municipios (por el río o por la Vía Appia) como hacia el núcleo de la ciudad.

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Durante la época de la Antigua Roma, el aceite de oliva era un producto muy valorado y utilizado tanto en la cocina como en la medicina y la higiene personal. España, en particular, se convirtió en uno de los principales productores y exportadores de aceite de oliva a Roma. La presencia del aceite español en la Roma antigua se debe en gran parte a la expansión del Imperio Romano hacia la Península Ibérica en el siglo II a.C. En ese momento, los romanos descubrieron el gran potencial del olivo y comenzaron a promover su cultivo y producción en la región.

Con el tiempo, el aceite de oliva español se convirtió en uno de los principales productos de exportación a Roma y fue muy valorado por su alta calidad y sabor. Se utilizó en la elaboración de comidas y bebidas, así como en la medicina y la higiene personal. Además, el aceite de oliva español también se utilizó en la construcción y el mantenimiento de la ciudad de Roma. Se utilizó para impermeabilizar techos y paredes, así como para mantener los sistemas de alcantarillado y abastecimiento de agua.

En la época Imperial, el Monte Testaccio se convirtió en un importante centro de almacenamiento y distribución de alimentos, y los restos de las ánforas se amontonaron aquí durante siglos. Con el tiempo, su superficie se convirtió en un lugar de residencia para los trabajadores y los habitantes de bajos recursos de la ciudad. Durante la Edad Media, el Monte Testaccio fue abandonado y se convirtió en un lugar utilizado para actividades ilegales y marginadas. Sin embargo, en el siglo XIX, el monte fue redescubierto y restaurado como un importante lugar arqueológico y cultural. Hoy en día, el Monte Testaccio es un popular destino turístico y un lugar de interés para aquellos interesados en la historia y la arqueología de Roma.

La arcilla de las ánforas es un material relativamente duro y resistente, lo que permitió que la colina mantuviera su forma y su estructura durante siglos, a pesar de las adversidades climáticas y las erosiones naturales. Además, la arcilla también se compactó con el tiempo, lo que aumentó la densidad y la estabilidad de la colina. 

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Han sido los restos arqueológicos de arcilla los que han permitido determinar la procedencia de la arcilla, los alimentos que se trasportaban e incluso el tipo de aceite de oliva que se consumía en la época. Se han podido sacar conclusiones valiosas sobre qué período se consumió más aceite, dependiendo de las costumbres de la población o el tamaño de la misma.

El aceite de oliva virgen extra es un ingrediente fundamental en la gastronomía del Mediterráneo y su importancia se remonta a tiempos antiguos, incluso antes del Imperio Romano. Los antiguos griegos, egipcios y fenicios ya cultivaban y consumían aceitunas y aceite de oliva, considerándolo un alimento sagrado y de gran valor nutritivo y medicinal. Además, también lo usaban en ceremonias religiosas y como un símbolo de prosperidad y riqueza. En la época romana, la producción y el comercio de aceite de oliva se convirtieron en una actividad económica importante, extendiéndose por toda la cuenca mediterránea. Los romanos utilizaron técnicas avanzadas de producción y almacenamiento, y construyeron infraestructuras como carreteras y puertos para facilitar su transporte y comercio.

En la Edad Media, el aceite de oliva siguió siendo un alimento básico en la dieta mediterránea y su uso se extendió a la medicina, la cosmética y la iluminación. Hoy en día, el aceite de oliva virgen extra sigue siendo un ingrediente esencial en la gastronomía y cultura de los países mediterráneos, así como en la dieta mediterránea, reconocida por su alto valor nutricional y sus beneficios para la salud. Además, el aceite de oliva también es un producto de exportación importante para muchos países mediterráneos, como España (principalmente), Italia, Grecia y Túnez, entre otros.

Esperamos que te haya interesado esta información tan curiosa sobre cómo el aceite de oliva virgen extra de Andalucía y España ya era conocido y apreciado por todo el Imperio Romano. Incluso desde antes, pero la gran innovación de este período histórico en infraestructuras facilitó el transporte de las mercancías y el descubrimiento de nuevos ingredientes gracias a la interconexión de las provincias romanas.

Te dejamos un vídeo súper interesante por si quieres ahondar en el tema.

Cuéntanos, ¿has estado en Roma? ¿Has pasado cerca del Monte Testaccio sabiendo de qué se trataba? Quedamos a la espera de tus comentarios. 

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